jueves, 23 de octubre de 2014

¿ QUE ES LA PAZ ?



definida en sentido positivo, es un estado a nivel social o personal, en el cual se encuentran en equilibrio y estabilidad las partes de una unidad; definida en sentido negativo, es la ausencia de inquietud, violencia o guerra.


En el plano individual, «paz» es lo contrario de la guerra estado interior (identificable con los conceptos griegos de ataraxia y sofrosine) exento de sentimientos negativos (ira, odio). Ese estado interior positivo es deseado tanto para uno mismo como para los demás, hasta el punto de convertirse en un propósito o meta de vida. También está en el origen etimológico de los saludos: shalom en hebreo y salam enárabe significan «paz» o «la paz esté contigo o con vosotros», y también se emplean como despedida, significando entonces ve en paz o id en paz; en cambio, salve, el saludo latino, es un deseo de salud, concepto también muy relacionado. El saludo de paz o beso de la paz es una parte de la misa en que los asistentes «se dan la paz».

La mente humana se ve incesantemente agitada por la fuerza de los deseos. A más deseos, más desasosiego, más insatisfacción y menos paz. A menos deseos, mayor quietud mental.

El hombre vive un momento en el que aún cree que satisfaciendo sus deseos se acerca a la felicidad, cuando la verdad es que cada deseo satisfecho genera emociones nuevas que mantienen la mente en un estado de efervescencia permanente y confieren, en la química social, un grado de inflamabilidad peligroso.

Ahora que truenan graves amenazas sobre la estabilidad de los pueblos, estos recuerdan a santa Bárbara y surge el anhelo colectivo por la paz, a través de la guerra.

Son pocos, sin embargo, los que van más allá del voluntarismo y comprenden que la paz hay que conquistarla primero en uno mismo. La paz social está aún muy lejana y sólo se producirá cuando el corazón de los hombres se sosiegue en el equilibrio de sus pasiones.

La paz es algo más que ausencia de guerra. Es una experiencia individual en la que la conciencia se sitúa en el centro de si misma tras trascender las tempestades de la mente. Es el ojo del huracán.



No es suficiente gritar en las calles ni llevar pegatinas para detener la ley inexorable del karma, o la relación causa-efecto. Todo buen pacifista debe comprender claramente que la causa última que arrastra a los hombres al conflicto, al enfrentamiento y, finalmente, a la guerra es el egoísmo y sus secuelas, la intolerancia, el orgullo y la ambición.



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